Ejes temáticos


Las imágenes proyectadas en un filme influyen en la percepción visual del espectador por el interés en los lugares presentados, pues a través de las emociones causadas se desarrolla una serie de pensamientos, deseos e intereses que intervienen en mayor o menor medida en sus decisiones y apreciaciones. De este modo, es válido afirmar que el cine se convierte en un instrumento que induce la mirada turística y condiciona la elección de destinos, incluso ha llegado a ser un aspecto significativo para las instituciones de gestión turística (del Rey-Reguillo, 2007, pp. 9-12).

La imagen es un concepto transcendental en el momento de seleccionar un destino turístico, se ha demostrado que la imagen formada antes del viaje es la más importante (Baloglu & McClearly, 1999, citado en Castaño, 2005). Según Baloglu & McClearly, en la formación imagen-destino se relacionan aspectos cognitivos, afectivos y globales a partir de factores de estímulo (estímulo externo, el objeto físico y la experiencia) y factores personales (características psicosociales y físicas del sujeto) necesarios para la construcción de imaginarios.

Ahora bien, los imaginarios turísticos son una parte de los imaginarios sociales que hacen referencia al acto social de viajar, es una construcción subjetiva y compleja que se complementa por experiencias, información de otras personas o medios de comunicación. El imaginario es producto de los idearios (lo que se quiere o necesita, sus ideales) de una sociedad y los individuos de esta, por lo tanto, llegan a orientar las acciones de sus miembros (Hiernaux, 2002).

De la anterior reflexión podemos preguntarnos ¿Qué destino elegir? ¿A dónde queremos viajar? ¿Qué diferencia un destino de otro?

El ser humano siempre ha tenido la necesidad de comprender y explicar sus actuaciones. Sin embargo, cada cultura responde a una psicología particular que intenta conocer las creencias populares a través de un principio organizativo que apela a lo narrativo. Es decir que desde el punto de vista de la psicología, conocer en profundidad algo de alguien exige saber sobre su vida, su historia, aquellos acontecimientos importantes que le han llevado a comportarse de tal o cual manera. Si no se puede acceder a los detalles de la vida cotidiana creada a partir de los actos de las personas -por incomprensibles que parezcan-, resulta más difícil la explicación de eventos que se continúan repitiendo independientemente de su protagonista, más aún, cuando quienes pueden dar cuenta del relato ya no están.

Partimos de que el cine, precisamente, estaría involucrado en forma directa con la vida del ser humano, de manera que se convierte en el fiel testigo de su historia familiar, personal, social y cultural.   Pues en las películas se cuentan historias de vida, se proyectan y se narran experiencias con palabras, imágenes y sonidos interrelacionados como una unidad.

El lugar que ocupa el espectador frente al cine está, pues, fundamentalmente relacionado con el inconsciente, el cual hace posible y alimenta la identificación con los personajes y situaciones mostradas en la pantalla. Aunque se trata de una identificación de carácter individual, sobrepasa las circunstancias puramente personales del espectador. […] Se trata de algo más fundamental: de la condición humana. De todos aquellos problemas, conflictos, dificultades, temores, peligros, asechanzas, amenazas, etc.: a todo lo que está expuesto el hombre frente a su entorno, a la sociedad y a sí mismo. Al cabo el cine trata siempre de las emociones y conflictos básicos del individuo. Y como todos los hombres los padecen y/o los resuelven de alguna manera, el cine es su espejo. (Pulecio, 2008, p. 208).

Esta reflexión nos permite cuestionarnos acerca de: ¿cuál es la relación entre el cine y el dark tourism?

Desde la modernidad y posmodernidad las tendencias  turísticas han sido marcadas por la imagen,  fija o  en movimiento. Se pasa del búsqueda de la autenticidad y de la distinción a la de la fantasía y de las emociones fuertes (Cohen, 2004). Esa búsqueda de lo extraordinario(Graburn, citado por Cohen, 2004), se expresa, entre otras, en lo que MacCannell denominó las “autenticidades escenificadas”, que  surgen como respuesta a la  búsqueda de  experiencias “auténticas” por parte del turista, es decir, por su búsqueda de experiencias extra-ordinarias, que rompen con su cotidianidad, pero al mismo tiempo le dan sentido.

Ligada a esta perspectiva el cine muestra los lugares míticos, los lugares “auténticos”, donde se generan relaciones de alteridad con grupos claramente diferenciados culturalmente.  Son lugares de ensoñación, que despiertan el deseo por su encuentro. Es así que Oriente, los pueblos indígenas, los lugares recónditos son escenarios de películas de impacto emocional entre los potenciales turistas y de fascinación sobre su cultura y el “misterio” que envuelve su historia.

Así se vuelven objeto de deseo en Occidente a través de películas clásicas como Cleopatra (1963) con Richard Burton y Elizabeth Taylor o a través de las películas de corte bíblico que muestran  lugares emblemáticos, como Ben-hur (1959)  o filmes de aventura como Indiana Jones (1981, en adelante) , producida por Steven Splieberg, arqueólogo que recorre lugares míticos  y llenos de incógnitas para Occidente,  tales como Egipto, India, China, México, Brasil y la selva amazónica. También la China tiene un auge particular a través de las películas de artes marciales, con Bruce Lee a la cabeza se despierta un interés particular por la filosofía, el pensamiento y los espacios emblemáticos de ese país. Estos lugares se construyen en los imaginarios a través del cine juvenil y siguen siendo los lugares en los que se está en la búsqueda de la magia que encierra su cultura.

Pero la  búsqueda de la autenticidad  es alternada  por la  búsqueda de la distinción realizada por el turista que busca placer y está inmerso en practicas de refinamiento y lujo que  representan su poder. Entre este tipo de viajes se encuentra  el Gran Tour, realizado por los hijos de los nobles ingleses,  los viajes que ofrecen la vuelta al mundo, o los viajes a Oriente  en principio accesibles sólo para las clases más adineradas europeas.

A la construcción de esos imaginarios de la distinción ligada al turismo contribuye también el cine, películas como Asesinato en el Expreso de Oriente (1974),  muestran en medio de la trama de suspenso, la sofisticación de un viaje mítico a un Oriente todavía misterioso, sueño que fue poco a poco alcanzado por las clases medias europeas a través del la oferta de  viajes de Thomas Cook.

También están los lugares de turismo que tienen la particularidad que son los lugares para exhibirse y que constituyen espacios con una magia particular, con un halo de sofisticación. Un lugar emblemático es Saint Tropez (Francia) , puesto en la mira de los turistas que buscan la distinción desde la película  Et Dieu créa la Femme, (Y Dios hizo a la mujer), 1956,de Roger Vadim, con la sensual Brigitte Bardot, quien además después del rodaje compra su primera casa propia en el lugar, impulsando de manera particular el turismo en Saint Tropez que era presentado como el lugar bucólico y mágico habitado por pescadores y frecuentado desde mediados del siglo XIX por artistas y literatos, pero  que tuvo una visibilidad  turística notoria  a través del cine, notoriedad que aún persiste (Equipe MIT, 2005).

El cine es el arte que crea lugares desde la imaginación y la fantasía  y como tal,  la hiperrealidad tiene una expresión clara en él.  Actualmente, la posmodernidad,  caracterizada por los límites difusos entre realidad y fantasía (Cohen, 2004) y  por ser expresión de “la era de la simulación” y de “la generación de modelos sin origen o realidad: la hiperrealidad”, donde lo simulado determina lo real (Braudillard, citado por Cohen, 2004, p.15) encuentra en el cine   un instrumento de expresión u de  construcción de imaginarios sobre mundos de fantasía.

Ya la fantasía, es materializada  a través de la creación de los parques temáticos, particularmente desde Disneylandia, en 1955, que tiene como origen la re-creación del mundo imaginado por Walt Disney,  llevado a la pantalla  y que hizo soñar a varias generaciones del mundo entero, pues se encuentran Parques de Disney  también en Japón, Francia, China, exportando un modelo de fantasía con sello norteamericano.  Otros de los muchos parques temáticos creados a partir del cine son aquellos que  reconstruyen mundos pasados, por ejemplo en  Jurassic Park, que inspiró la creación de  parques temáticos para turistas pero que además activó la curiosidad de los niños por conocer este inmenso mundo de los dinosaurios, mundo ya desaparecido.

Además de los parques temáticos que  crean un lugar mágico o fantástico de la nada,  hay territorios que son  recreados en el cine como lugares de fantasía, posteriormente,  demandados ansiosamente por los turistas, que buscan encontrar en ellos la magia que el cine les ha mostrado.  Tal es el caso del Parque Nacional de Tongariro, en la Isla Norte de Nueva Zelanda; allí fue  filmada la trilogía de El Señor de los Anillos, (inspirada en la novela de JRR Tolkien escrita entre 1954 y 1955), trilogía estrenada entre los años 2001 y 2003. El parque fue nombrado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, y en éste se encuentran, además de paisajes naturales exhuberantes, lugares que son sagrados para los Maorí. Este territorio, que es el escenario de la trilogía y además tien el reconocimeitos de la UNESCo,   es  particularmente atractivo para el turismo.

Los escenarios de la saga de Harry Potter  son también objeto de visita turística: Irlanda, Gales e Inglaterra y en ellos: abadías, bibliotecas, castillos, pubs para magos, viaductos y paisajes son buscados para re-visitarlos a la luz de la historia de magia y fantasía para lo cual se han creado rutas turísticas.

Guerra de Tronos (Game of Thrones) serie de televisión inspirada en la novela del norteamericano  George R.R. Martin en 1996, fue filmada en distintas locaciones que comprenden paisajes  que remiten a la ensoñación de tiempos medievales: Islandia, Croacia, España, Irlanda, Malta, Marruecos, paisajes que hoy son objeto de oferta turística de gran demanda por su belleza y por la historia de fantasía que se ha filmado en ellos.

Estos límites difusos entre la realidad  y la fantasía, propios de la posmodernidad, se materializan en la oferta turística que se crea a través de la puesta en escena de estos territorios a través del cine. En ellos es más importante la fantasía que la “realidad”. Es así que surgen interrogantes, que estarán en el centro de la reflexión tanto sobre los destinos turísticos como de los turistas: ¿Es posible construir escenarios donde nuestro realismo mágico  tenga expresión para el turismo?  ¿ Cómo la hiperrealidad atraviesa la oferta turística? ¿La construcción intersubjetiva de la realidad puede tener expresión en nuestros destinos? ¿Cómo representar lo mítico, mágico y fantástico en escenarios cotidianos?

Las visiones futurísticas del devenir de la sociedad tienen expresión en el cine: Blade Runner (1982), clásico del cine de ficción, recrea la sociedad del futuro en la que se muestra las relaciones complejas que se tejen entre humanos y los  seres creados artificialmente, los replicantes,  que son perseguidos a muerte para ser extinguidos en la Tierra,  tras un motín en Marte. Tal historia en ciudades construidas desde estéticas futuristas, señala los peligros que conlleva la ingeniería genética y la imposibilidad de controlar sus efectos.

Otras películas como  2001 Odisea del Espacio (1968)de Stanley Kubrick, la saga de Star wars (La guerra de las galaxias), (1977), Encuentros cercanos del tercer tipo (1977) y ET (1982) de Steven Splielberg  hicieron soñar a los espectadores con el espacio y su conquista, lo que se tradujo más tarde en que este sueño se hiciera realidad a través de los viajes espaciales (Cohen, 2004), que actualmente constituyen la última expresión turística volcada hacia los lugares del futuro. Actualmente, como  sucedía en su momento con el Gran Tour, realizado por los nobles ingleses, sólo algunos privilegiados por la fortuna, se arriesgan a ser pioneros de este tipo de turismo.

Pero no sólo estas películas han influido en los imaginarios turísticos sobre el espacio sideral, sino que a su vez, han sido la inspiración de  nuevas tendencias arquitectónicas, aún en las ciudades más históricas y clásicas, convirtiendo estos espacios en los lugares anhelados por los turistas. Ciudades como París, visitada por su arquitectura clásica, sus puentes, museos e historia, tiene una gran afluencia  de visitantes a los lugares que se han vuelto un referente turístico como La Défense, espacio que cuenta con su propio Arco,  que a diferencia del Arco del Triunfo tradicional, muestra las tendencias contemporáneas de una ciudad vibrante que también está a la vanguardia arquitectónica. Rodeada de grandes rascacielos y de uno de los más modernos centros comerciales de Europa, ofrece una atractivo particular para turistas de negocios pero también para todo aquel que quiera disfrutar de la ciudad contemporánea. Es así que otras ciudades y sus espacios particularmente contemporáneos se recrean en el cine, en el marco de los dramas y aventuras  de sus protagonistas.

Desde la construcción de estos imaginarios futuristas surgen también interrogantes: ¿Cómo influyen las estéticas futuristas del cine en la construcción de los lugares turísticos?¿Cómo los imaginarios sobre las sociedades del futuro, permean las relaciones de alteridad presentes? ¿ Son las representaciones futuristas, juegos de poder que determinan las dinámicas del  turismo?