La realidad colombiana en unos pocos trazos

Bogotá D.C | Jueves 21 de abril de 2022 | La primera charla del XIII Encuentro Internacional de Periodismo contó con la participación de Kevin Nieto, Pablo Guerra y Lina Flórez, con la moderación de Daniel Aguilar. Conversaron acerca de las apuestas narrativas del cómic, sus acercamientos con las historietas y los aprendizajes al retratar realidades desde las viñetas.

La charla inició con el primer acercamiento de los panelistas con el universo de los cómics. Pablo Guerra relató el principio de su relación con las historietas en su infancia, con las tiras de Calvin y Holmes que encontraba en la prensa. Él las recortaba y las coleccionaba en un álbum. En la vida laboral, esa relación entre él y los cómics se distanció, pero fue la influencia de los amigos lo que lo llevó a retomar ese gusto. “Esto es un mal irremediable, no hay cura”, comenta Guerra al sentir que los alcances de los cómics son inmensos, debido a que se pueden conocer autores y variedad de géneros para las narrativas.

Kevin Nieto, el siguiente panelista, vivió su niñez en el centro de Bogotá, por lo que podía escaparse de su hogar para comprar los cómics. Nieto coleccionaba las historietas de El Víbora, lo cual hizo que aprendiera de cosas que estaban a la vanguardia, sexualidad, política, cine, entre otros. En los cómics él vio una forma de mostrar al mundo desde otra perspectiva. La sensación de contar algo desde un distinto ángulo empezó a ser la obsesión de él con los cómics. La idea para Nieto, entonces, no era que los mensajes se replicarán, sino que se mostrará de otra forma distinta.

La influencia de Harvey Pekar fue muy fuerte en Pablo Guerra y su gusto por los cómics. Recuerda la rigurosidad y la posibilidad de crear comunidad. Hizo que él fuera consciente de las narrativas que se pueden lograr con las historietas. Al estar en Colombia, Guerra sintió que había choque de narrativas: “la realidad era el statu quo de los colombianos y los fantasmas y espantos eran otras raíces”, comenta, al sentir que las narrativas en Colombia no representaban de manera fidedigna a la comunidad campesina. En cambio, por medio del cómic, era posible representar esa otra realidad.

Por su parte, Lina Florez, panelista, comentó que una de las grandes intenciones del cómic era permitir entablar una conversación entre quien leyera el cómic y Emilia Umaña, protagonista de la historieta. La intención era leerla, no hacer una interpretación de ella. Florez explica que el objetivo era “un triángulo de conversación entre quienes la hacen, quienes la leen y los protagonistas”. Patricia Nieto fue su referente con su obra “Periodismo a fuego lento”, ella la recuerda por el hecho de que aprendió la manera de transmitir el linaje colombiano, y con mayor alcance en esa comunicación desde el cómic.

Durante su experiencia en el Instituto de Estudios Interdisciplinarios, Nieto estuvo en contacto con indígenas y comunidades campesinas, se enriqueció de la ruralidad colombiana. Con Paola Jurado, decidieron realizar un cómic con las marchas cocaleras para la convocatoria Estímulos. Luego, en el Centro De Memoria Histórica, donde trabaja ahora, entabla conversación con las víctimas para saber desde la perspectiva de ellas de qué manera quieren que se cuenten sus historias. En ese diálogo tuvo la idea del cómic, un formato que permitía hacer lo que las víctimas querían. El reto radica en la respuesta de ellos en torno al resultado: “las víctimas están interesadas en que sus generaciones sepan de su propia memoria”.

Florez comentó que la investigación gráfica dentro de la construcción del cómic es la pieza clave, presentar el espacio donde se desarrolló la historia y de esta manera el mundo en el que vive el personaje. La Bogotá en la que vivió Emilia es distinta a la de ahora, entonces el ejercicio de investigación era mostrar el entorno en el que ella vivió y que el público lo sintiera de esa manera.

“Me sueño con que uno pueda hacer investigación-creación”, explica Guerra al hablar del objetivo que tuvieron con el cómic frente a contarle a la gente historias complicadas. “Lograr una lectura colectiva en la lectura de la historieta”. Nieto recuerda que, cuando realizó el primer boceto del cómic Caminos, hubo burlas por los dibujos de los árboles, debido a que la comunidad quería que fueran lo más idénticos posibles a la realidad. Asimismo, la riqueza que encontró en los libros fue clave para nutrirse sobre la estructura de narrativas y la apuesta del cómic.

Además, comentó que otro objetivo que ha sentido en el cómic es entender el impacto del conflicto rural en la cotidianidad. Estando en el Centro de Memoria, hizo un proceso de recolecta de información que culminó con la pieza final. Ha sentido que el reto no es dibujar, sino el trabajo de campo dentro del territorio.

Complementando, Guerra describió que también es clave dar lo mejor de uno en esos escenarios. Ellos tienen la obligación de registrar y apropiarse del relato, por lo que es un reto lograr eso y que el resultado lo plasme de ese modo. Florez también contó que ellos median esa información que recolectan. “¿Cómo voy a contar lo que ellos tienen que contar?”, se preguntó al pensar el modo por el cual contar esas historias de manera rigurosa y respetuosa. La clave entonces es conservar esa memoria desde las miradas diversas que ofrece el cómic.

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