¿Hacia dónde vamos?

¿Qué va a pasar en Colombia y en el mundo? ¿Para dónde vamos? y ¿hacia dónde queremos ir? Estas preguntas las formuló la humanidad cuando terminó la segunda guerra mundial y la respuesta fue la aparición de una disciplina llamada “Prospectiva Estratégica” o, en términos genéricos: “Estudios de Futuro”. La situación que vivimos actualmente es muy parecida a la que vivió el planeta en los años cuarenta.

La pandemia del Covid 19 irá a generar cambios fundamentales en la economía, en la cultura y en la vida de los seres humanos en el mundo, en América Latina y necesariamente en nuestro país y obviamente irá a traer secuelas muy transcendentales para el futuro. Estamos presenciando situaciones agobiantes: la economía se desploma, el confinamiento rompe esquemas culturales, el mundo se refugia masivamente en las tecnologías de la información.

Sin embargo, esta situación era predecible. El coronavirus como enfermedad infecciosa no era totalmente desconocido para la ciencia e, incluso, la propia OMS había dado algunas campanadas al respecto, alertas que solo tres países (China, Singapur y Taiwán) recogieron parcialmente. El fenómeno se conoce como “el efecto Casandra”1.

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Las alertas se activaron, pero no llegaron a los oídos de quienes podían tomar las decisiones convenientes, que son cuatro actores sociales en cuyas manos reposa el desarrollo: el estado, los sectores productivos, la academia y la sociedad civil.

Reunirlos a la mesa, reconocer las alertas tempranas de los fenómenos económicos, sociales, tecnológicos y ambientales y diseñar los escenarios de lo que podría acontecer e igualmente prever las estrategias para evitar las situaciones inconvenientes es la tarea de la Prospectiva Estratégica; un maravilloso y mágico tema que se desarrolla y se alimenta con datos del presente para establecer rutas seguras de futuro.

Estamos convencidos de que este es el momento de sacar a flote la experiencia acumulada y, como el buen vino, añejada con el tiempo, para ponerla al servicio de los territorios, de las empresas de las organizaciones del país, con el solo propósito de anticiparnos a los hechos y evitar que nos siga sorprendiendo el futuro.

Por Francisco José Mojica


1 Casandra recibió del dios Apolo el don de la adivinación, pero le fue infiel y recibió como castigo que nadie iría a creer lo que pronosticaba. Informó sobre el Caballo de Troya, pero obviamente los griegos no le creyeron.


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