Pieza del mes

Mayo de 2023

Diploma otorgado a José Hilario López – Institut d´Afrique (1850)

Por: Ángel Daniel Franco, practicante Lux non occidat

Entre los múltiples reconocimientos, diplomas y documentos que están expuestos en el Museo y Archivo Histórico de la Universidad Externado de Colombia, hay una pieza que sintetiza un momento determinante en la pugna por la abolición de la esclavitud y la lucha por las libertades: el Diploma otorgado a José Hilario López en 1850 por el Institut d´Afrique, firmado por su presidente, el Duque de Valentinois y Príncipe de Mónaco, Florestan I. Esta pieza es un buen pretexto para abordar y exponer el contexto histórico que antecedió al debate abolicionista.

De la colección Lux Non Occidat: Museo y Archivo Histórico.

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Después del proceso de independencia, en la naciente República de Colombia, se libraron intensos y acalorados debates sobre el rol y lugar de los esclavos dentro de nuestra sociedad. Alrededor de estas discusiones se entabló una batalla ideológica, económica y política, que enfrentó a los defensores de la libertad y la autodeterminación de los individuos con aquellos que defendían la permanencia del sistema esclavista. Para 1821, los sectores más liberales abogaban por la liberación de los esclavos, debido a los constantes sufrimientos y vejámenes que padecían las poblaciones negras bajo ese modelo de producción, cuyas prácticas estaban arraigadas desde la colonia.

 

Cabe resaltar que las luchas contra el modelo colonial, gestadas por los movimientos de independencia en todo el continente, contaron con una gran participación de esclavos y mucho de su éxito se debe, también, al esfuerzo de esas poblaciones. Sin embargo, una vez alcanzada la emancipación, no se cumplieron las promesas de libertad para los esclavos.  

Desde el Congreso de Angostura, en 1821, se hicieron esfuerzos para alcanzar la manumisión de esclavos, como la ley de libertad de vientres, los trabajos legislativos que prohibieron el comercio de personas en 1823 y que se reiteraron para 1825. Sin embargo, estos avances no fueron suficientes. Por ejemplo, los niños que se beneficiaban de estas leyes, tras cumplir los 18 años, debían esperar 7 años más, en los que debía enseñárseles algún oficio para liberarlos. Esto significó que, para la década de 1840, el modelo esclavista siguiera presente en diversos territorios de la República de la Nueva Granada. Incluso, este periodo fue aprovechado por sectores conservadores, conscientes de la posibilidad de perder mano de obra, y que por omisión del Estado terminaron haciendo transacciones de esclavos que fueron vendidos en el Perú. 

No obstante, tras intensas discusiones, presiones de la prensa y de los sectores radicales, se decretó la Ley del 21 de mayo de 1851, que fue el rayo de esperanza que otorgó la libertad a todos los esclavos del territorio. Esta ley, promulgada en el gobierno de José Hilario López, tuvo que enfrentar los embates de los sectores más conservadores, que la consideraron una amenaza para la producción del país. Temían que las plantaciones y los sectores extractivos se quedaran sin mano de obra, por lo que se opusieron férreamente, apelando al derecho a la propiedad y a esa fuente de trabajo. Además, otros opositores argumentaban que la ley pondría en peligro a la Nación, ya que consideraban que las poblaciones negras eran inferiores y que el cruce de razas crearía una población colombiana más débil e inferior, incapaz de poder llevar al país hacia el progreso.  

Sin embargo, los esfuerzos de los abolicionistas dieron sus frutos, que habían empezado desde 1839. Con esta ley se permitió que miles de seres humanos se liberaran. Eran personas que, anteriormente, se consideraron como objetos en poder de sus amos, sin libertad, voz ni derechos. Desde ahí, se les dio una oportunidad de empezar a decidir sobre sus destinos. 

Se debe destacar que el abolicionismo no solo se promovió con fines humanitarios: los sectores políticos que apoyaron la liberación de los esclavos vieron en este movimiento una oportunidad de aliviar la carga económica que suponía tener que alimentar, alojar y cuidar la mano de obra, como se hacía en el modelo esclavista. De este modo, los esclavos se convirtieron en obreros y trabajadores, ahora ellos tenían la responsabilidad de cuidar de sí mismos, con salarios muchas veces insuficientes. 

La promulgación de esta ley en la presidencia de José Hilario López fue un hito histórico apoyado internacionalmente, incluso antes de sancionarse. El Institut d’Afrique, una organización dedicada a impedir el comercio de esclavos, en 1850 le otorgó al presidente el diploma que hoy se exhibe en Lux non occidat, en reconocimiento y apoyo a los esfuerzos que venían dándose sobre esa materia; y que culminarían con la liberación de aproximadamente 20.000 esclavos para 1851. 

Esta pieza del museo no solo representa un hecho importante de la historia de la República de la Nueva Granada, sino también un momento decisivo en la lucha por los derechos humanos y la igualdad. La Ley del 21 de mayo de 1851 permitió que miles de personas, que antes habían sido tratadas como propiedad, empezaran a reconocerse como seres humanos, con respeto y dignidad. Sabemos que aún falta mucho para alcanzar una sociedad justa e igualitaria; sin embargo, esta ley y aquel proceso abolicionista, fueron pasos determinantes en las pugnas por los derechos humanos y la dignidad de todas las personas. 

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