Pieza del mes

Julio de 2023

La Pola

Por: Lorenzo Múnera Garzón – Voluntario – Lux non occidat: Museo y Archivo Histórico.

Heroína: Persona que ha realizado una hazaña admirable, para la que se requiere mucho valor.
– María Moliner.

Ilustrada por Celestino Martínez, La Pola, es una representación de una mujer sentada, con características europeas, mirada melancólica y cabello lacio. Su vestimenta se compone de dos piezas hechas de seda, común en la alta sociedad neogranadina. En la parte inferior es muy interesante observar la dedicatoria que su autor, Celestino Martínez, le hace al señor doctor Medardo Rivas: «En recuerdo de su interesante heroína».

De la colección Lux Non Occidat: Museo y Archivo Histórico.

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Medardo Rivas Mejía (1825-1901) fue un renombrado escritor, periodista y editor colombiano del siglo XIX. Sobresale por su amplia obra literaria, sus contribuciones a la historia agrícola e industrial y sus escritos sobre economía. Ocupó altos cargos públicos en Colombia y en el extranjero. Rivas fue pionero en la lucha por la abolición de la esclavitud y la educación de las mujeres. Su vínculo con esta pieza es su obra La Pola. Drama histórico en cinco actos, publicada en Bogotá por su propia imprenta y estereotipia en 1871.

Celestino Martínez Sánchez (1820-1885), autor de la obra, fue un reconocido pintor, grabador y fotógrafo venezolano del siglo XIX. Inició su formación como discípulo del pintor Juan Lovera y continuó sus estudios en París. Se destacó, principalmente, en el retrato a la aguada, la pintura histórica y de costumbres. Fue uno de los pioneros de la litografía en Bogotá y también incursionó en la fotografía, su trabajo fue valorado en ambos campos artísticos. Su obra “La Pola”, realizada hacia 1850, hace parte de las representaciones realizadas sobre ella en el siglo XIX por artistas como Epifanio Garay y José María Espinosa, entre otros, en donde la imagen de heroína va cambiando según la interpretación del artista. Lo interesante es ver que, durante el siglo XX, esa representación se fue adaptando de acuerdo con las generaciones, convirtiéndose así en una de las más populares representaciones de la mujer y su participación en las luchas de independencia en Colombia.

Dentro de la historiografía nacional existe un debate sobre la figura de Policarpa Salavarrieta, ya que, sobre ella, solo se tiene registro de su ejecución. Además, algunos han analizado los hechos que rodearon su vida y han encontrado una correspondencia con la estructura literaria del camino del héroe, al retratarla como heroína y mártir. Cabe resaltar, que su imagen suele contrastarse respecto a quién presenta los hechos, ya que la perspectiva del narrador influye en la elaboración de su relato. Por tanto, la construcción de su personalidad histórica se ha basado en las circunstancias políticas, sociales y culturales descritas en diversos registros.

La curiosidad por la vida de Policarpa Salavarrieta ha llevado a que se indague no solo por su infancia y las dificultades que tuvo al quedar huérfana a temprana edad. Cuando tenía catorce años, las noticias sobre los hechos de Santa Fe en 1810 hicieron que tomara la iniciativa de desplazarse hacia la capital y participara apoyando la causa independentista. Desde ese momento, Policarpa desempeñó un rol importante apoyando en labores de espionaje, en el que se destacó por su inteligencia y astucia, lo que le permitió acceder a información valiosa para el proceso de emancipación.

Lamentablemente, en 1817, Policarpa fue capturada, juzgada y condenada a muerte por su participación en actividades subversivas contra el dominio español. El 14 de noviembre de ese año, antes de ser fusilada, pronunció sus famosas palabras: “¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad!”. Estas palabras reflejaban su convicción en la lucha por la independencia, además de su esperanza en un futuro en el que su pueblo alcanzaría la dignidad.

Sin embargo, a pesar de los debates sobre su existencia, es innegable su importancia en nuestra comprensión de la historia nacional. Su ejecución en el cadalso la convirtió en un símbolo de lucha por la libertad y la dignidad, y su reconocimiento póstumo como mártir consolidó su lugar en el panteón nacional. Su valentía en la transformación política y social del país y el desafío a los roles de género tradicionales, la convirtieron en un ejemplo de empoderamiento femenino y en un símbolo de inspiración para las mujeres de Colombia.

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