Y de pronto, todo se salió del libreto

Enero de 2020. El semestre comenzaba según lo establecido; la vida seguía el libreto, con remezones, claro, pero dentro de ciertos rangos. Nadie imaginaba que a las pocas semanas el mundo se nos vendría encima, por cuenta de la pandemia del Covid -19 un enemigo extraño y potente cuyo advenimiento solo unos ‘locos’ vaticinaron.  

De buenas a primeras tuvimos que intentar responder los desafíos de un mundo desconocido, meter el acelerador para afinar soluciones que si bien ya se estaban definiendo, tuvimos que utilizar sobre la marcha, como las propuestas de educación virtual. Nuestro bello campus, nuestros espacios generosos quedaron solitarios de un día para otro. La frase ir a la universidad se tornó extraña y tuvo que cambiarse por conectarse a la Universidad”. Nuestras casas se llenaron durante el día de gentes de todas las edades abocadas a compartir espacios y recursos, casi nunca suficientes. Los aviones se estacionaron indefinidamente en las pistas de aterrizaje.  

Y de contera, nos conminaron a vivir en un mundo sin sonrisas, sin abrazos, sin besos, sin la posibilidad de estrechar una mano. La depresión, la incertidumbre, la claustrofobia, nos tomaron de la mano. 

De ese tamaño ha sido el reto que estamos enfrentando los universitarios todos, actuando sobre la marcha y haciendo los esfuerzos necesarios para hacer realidad la manida frase de que de las crisis surgen oportunidades. Y eso, que apenas puede ser una declaración sin mucho sentido, está adquiriendo un enorme significado, y se observa en realidades como el crecimiento de las opciones de virtualidad, las nuevas habilidades y competencias de los docentes, la resiliencia de los estudiantes que, mientras llega el momento de reencontrarse en la plazoleta, dan todo de sí para rebatir la exótica idea de que este fue un tiempo perdido.