Reinados que hicieron época

Y, como si fueran ejercicios para borrar las desventuras, los carnavales y reinados estudiantiles dejaron una huella imborrable en la Bogotá de los años 20 y 30 del siglo XX.   

El Tiempo, 21 de septiembre de 1923

Como parte de celebraciones que incluían fiestas, desfiles y eventos culturales, las reinas de los estudiantes eran elegidas por votación popular. Y su elección comprometía a la nueva soberana con programas dirigidos al bienestar estudiantil. Así, el 19 de septiembre de 1925 se inaugura en Bogotá la Casa del Estudiante, dedicada atender necesidades de los jóvenes, especialmente los de provincia, residentes en Bogotá. Al parecer, la iniciativa surgió de Su majestad, Helena I, cuyo retrato al óleo, elaborado por el pintor Ricardo Acevedo Bernal adornó la entrada de la Casa.  

Las fiestas callejeras se abarrotaban con la presencia de las soberanas, sus comparsas y sus cortes de honor para recaudar fondos; fiestas en las que solían participar el comercio, la banca y los industriales. Se organizaban tómbolas, verbenas, alboradas, bailes, cabalgatas, desfiles de carros, calesas enjaezadas, comparsas de disfraces, tunas, carnaval de confetis, dentro de un espíritu ingenuo que secundaban las autoridades, al punto que el Jefe del Estado asistía a la coronación de la reina, cuya gestión debía concentrarse en mejoramiento de los servicios de bienestar estudiantil, auxilio médico y odontológico y calidad de los servicios en hosterías y hospedajes para los estudiantes.   

El Tiempo, 21 de septiembre de 1924

Entre los concursos que se programaban estaban los de higiene del estudiante, edificaciones escolares, literatura, poesía cuento, ensayo. 

El externadista samario Jeremías Flórez, rememora su experiencia: “Los estudiantes costeños inauguraron entonces los carnavalitos, versión cachaca’ del Carnaval de Barranquilla… (y) Cuando Margoth Manotas fue elegida señorita Colombia, declaramos a Bogotá tierra caliente y formamos una cumbiamba, con Evaristo Sourdis y muchos externadistas más”. 

En reportaje del periodista Oliverio Perry con Ramón Atalaya, Presidente de la Casa del Estudiante, publicado en El Tiempo, el directivo informa que esta tiene dos finalidades, “una moral, consistente en mantener el contacto de los estudiantes, convertirse en centro de agitación, sitio para que los estudiantes comuniquen sus pensamientos. Es el hogar intelectual, el alero común, el lugar donde se obtiene información sobre cultura y movimientos estudiantiles”. En el orden material, la Casa presta servicios para sus afiliados, como la consulta médica externa. 

El Tiempo, 17 de julio de 1927

Se dice que fue Su majestad Elvira I quien logró establecer el servicio de hospitalización, en un pabellón de estudiantes en el Hospital San José y en otras casas de salud, gratis para los más pobres, “los que viven en un pequeño cuartico”, y con rebajas para los demás. Se informa que actualmente hay 6 estudiantes hospitalizados: uno que se accidentó en el tranvía.

El Tiempo, 17 de julio de 1927En la Casa del Estudiante, cuyo local propio estuvo situado sobre la Avenida de la República, hoy carrera 7, existía un salón de lectura, con bastantes libros, periódicos y revistas, conseguidos por Helena I y, además, se prestaban los servicios de peluquería sastrería y librería.

Jeremías Flórez habla del hospedaje, que se ofrecía a los estudiantes de provincia, financiado por el gobierno: “quedaba en la calle de la Estación de La Sabana (Plaza de Nariño).


Imágenes en contexto

Video Damas y reinas, 1932. Archivo de Bogotá. Colección Privada Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. Sección Archivo histórico de los Acevedo.