El protocolo de los exámenes y de los grados

Las ceremonias de grado del Externado en sus tiempos iniciales marcan una ruptura con el boato de origen cortesano propio del pasado. En una línea de conducta que se mantiene, nuestra casa de estudios ha sabido combinar la austeridad con la solemnidad, a sabiendas de que la primera refuerza la segunda.    

El universitario Alejo de la Torre

El Reglamento de 1889 dispuso que, tras haber aprobado todas las materias, el alumno debía solicitar por escrito al Consejo de Profesores el examen de grado. El rector señalaba “una materia de Filosofía o Jurisprudencia para que el candidato desarrolle por escrito una tesis sobre cualquier punto de ella que escoja libremente… Entre los treinta y los cuarenta días siguientes a aquel en que se señale la materia de la tesis, se efectuará el examen definitivo. A este examen deberán concurrir todos los Profesores de la Facultad de Filosofía y Jurisprudencia. Leída la tesis, el candidato será examinado en tres materias, por lo menos, sacadas a suerte de tres urnas que contengan los nombres de todos los cursos de Filosofía, Política y Derecho, necesarios para obtener el Grado. Después de lo cual se retirará el candidato y se constituirá el Consejo de Profesores en sesión secreta”.

El Consejo de Profesores determinaba entonces la aprobación o no del examen de grado y en caso afirmativo el rector tomaba la promesa reglamentaria al graduando: “amparar el Derecho, abogar por la Justicia, defender las libertades públicas y hacer uso recto y honrado de su nueva profesión”.

Luego de recibir el diploma junto con el “Escudo de Hijo Mayor del Colegio”, el reglamento señalaba que

“el graduando abrazará al Rector y a cada uno de los Profesores en señal de fraternidad y de correspondencia al Colegio”.

Este acto simbólico representaba una nueva visión de la relación maestro – alumno, signada en el pasado por autoridad (o autoritarismo), miedo, reverencia y distancia, y ahora impregnada por un sentimiento de fraternidad, más cercana a la amistad y al afecto, aunque siempre dentro del marco del respeto.

El escritor político conocido como el ‘indio’ Juan de Dios Uribe’ rememora a algunos de los primeros maestros del Externado, que también lo habían sido del Colegio del Rosario:

“Teodoro Valenzuela … rebelde a las tentaciones del catolicismo, sobresalía en sus clases de Historia Universal por el matiz literario de sus conferencias…  la acumulación de detalles y anécdotas referidos en encantadora plática… Ramón Gómez se hacía escuchar a cien varas del establecimiento… Salvador Camacho Roldán en su clase de Sociología aturdía a los alumnos por la exactitud de los recuerdos y la prestidigitación de los números, los hechos y las fechas… Januario Salgar era un investigador atrevido, un crítico sagaz y un filósofo ameno”.