Ucrania, una crisis europea con repercusión mundial

Rafael Piñeros Ayala
Docente-investigador
Facultad de Finanzas Gobierno y Relaciones Internacionales

Los últimos años han sido particularmente difíciles para la humanidad por cuestiones distintas pero relacionadas entre sí. En 2020, se enfrentó a un hecho sin precedentes en años recientes, las preocupaciones sobre la salud y los riesgos derivados de una pandemia global, generaron la mayor atención. Encontrar una vacuna segura y comenzar los procesos de inmunización era fundamental para asegurar nuestra supervivencia.

A lo largo de 2021, fueron los temas económicos y sociales los que dominaron la agenda internacional, así como los avances en los procesos de vacunación que, en ocasiones, fueron lentos y no exentos de críticas. Cómo recuperarse de las profundas pérdidas económicas de 2020, cómo asegurar que la actividad productiva volviera a reactivarse y las personas pudieran moverse “libremente”, a partir de un entorno en el que la crisis de suministros energéticos, de materias primas y de microprocesadores, eran la nota más destacada. Además, la pandemia generó secuelas profundas en los más pobres y necesitados, tanto en países ricos como en aquellos en vía de desarrollo.

Frente a un gris panorama, parecía que el 2022 sería diferente, pero la incursión armada de Rusia a Ucrania en febrero pasado cambió por completo la situación. El 24 de febrero, tropas rusas incursionaron en Ucrania con la intención de ejercer pleno control territorial (desde 2014, Moscú controla la península de Crimea y buena parte de la región de Donbás) y deponer el gobierno de Kiev. Este artículo, entonces, se concentra en señalar algunas de las consecuencias de dicha acción y los cambios ocasionados.

En rol de los Estados

Ucrania planteó en años recientes su intención de ingresar a la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) y, aunque solo en junio de 2022 se consideró su candidatura oficial a la primera organización, generó una fuerte reacción rusa a través de la violación de su soberanía, primero en 2014, cuando se anexó la Península de Crimea y, posteriormente en febrero de 2022 con la incursión militar. Rusia no acepta que el pueblo ucraniano quiera alejarse de su esfera de influencia.

La crisis golpea en un momento difícil al entorno europeo. Tanto individual como colectivamente, para los países que hacen parte de la (UE) la situación en Ucrania es una más de las múltiples crisis de los últimos años. La salida de Reino Unido (planteada en 2016 mediante referendo y efectiva en enero de 2020), las dificultades de encontrar instrumentos comunes para enfrentar la pandemia y, por supuesto, las dificultades económicas, sociales y humanitarias derivadas de la crisis ucraniana, no han generado un escenario fácil.

De hecho, países como Suecia y Finlandia, quienes en julio de 2022 se convirtieron en candidatos oficiales para ingresar a la Otan, así como Alemania, quien había sido evasivo a la hora de incrementar sus presupuestos de defensa, han visto como la situación en Europa cambió y han tomado medidas que los aleja de posturas tradicionales sobre la búsqueda de la paz y la estabilidad a través de medios pacíficos, para incrementar considerablemente sus presupuestos en materia militar y de defensa.

Para otros Estados implicados, como Rusia, Estados Unidos o China, la crisis ucraniana refleja una más de las múltiples competencias geopolíticas que hoy mantienen en diferentes lugares. Ucrania es una forma de exhibir su capacidad de disuasión, su despliegue diplomático y su influencia económica y hasta militar. Estados Unidos no combate directamente, pero a través de sus aliados ejerce presión con sanciones políticas, económicas y militares. China se mantiene en la retaguardia, asegurando comprar bienes y servicios a Rusia, su aliado en este caso. Por último, Rusia exhibe su poderío militar, asume los costos políticos y espera que en el mediano plazo se produzcan condiciones propicias para negociar desde una posición ventajosa frente a Ucrania.

Este último, sin duda, ha tenido que pagar las consecuencias más costosas. Más de siete millones de refugiados, su infraestructura física y económica casi destruida, miles de muertos y una situación que no tiende a mejorar. No habrá una solución en el corto plazo para tanta desolación.

El papel del multilateralismo

Esta crisis también ha tenido sus consecuencias en materia multilateral. Algunos afirman que la ONU debió tener un mayor protagonismo, pero es difícil cuando la organización se divide frente a un problema como este, Rusia, China, India entre algunos otros, apoyan o miran hacia otro lado cuando de sancionar se trata al primero. La mayoría de los miembros con Estados Unidos, Reino Unido y Francia a la cabeza, tratan de ejercer presión, pero tampoco han conseguido doblegar diplomáticamente a su contraparte.

Como es natural, esta crisis ha puesto presión sobre la UE y otras organizaciones de carácter regional. Ucrania hace parte de uno más de los múltiples desafíos (estancamiento económico, inflación, vacunación, entre otros) que se deben hacer frente no solo en el continente europeo sino en otras regiones. Si bien se reconoce el papel de la UE en materia económica y comercial, promoción de los derechos humanos y superación del conflicto, las cuestiones de seguridad y defensa reclaman más y no menos Europa, algo no tan fácil de alcanzar.

Conclusión

Por último, a manera de conclusión, pareciera que la más beneficiada haya sido la Otan. Hace algunos años, se decía que estaba al borde de su desaparición porque no tenía mandato económico o militar claro. En la primera semana de julio de 2022, los líderes de esa organización se reunieron en Madrid para renovar el papel que desempeña como organización política y militar.

Cómo se dijo parecía que el 2022 sería un año para continuar la recuperación económica y social y no de sucumbir frente a una nueva crisis geopolítica, esta vez en suelo europeo. Así las cosas, no se puede predecir cómo seguirá desarrollándose el conflicto, pero sí entender que sus efectos perdurarán por algún tiempo no solo en Europa sino en el mundo en general.