Ayer echaban bala, hoy leen poesía

Son los más de 270 guerrilleros de los Frentes 17, 25, 51 y 53 de las FARC, provenientes de varios municipios del país, que se desmovilizaron hasta la Zona Veredal Transitoria de Normalización (ZVTN) ubicada en el municipio de Icononzo, al oriente del departamento del Tolima.

Hombres y mujeres que cambiaron los fusiles, los asaltos y la confrontación con los paramilitares, por la crianza de hijos que la guerra les negó, por más horas de lectura, más pasatiempos y el reto de fundar un nuevo partido político.

El fin de semana pasado, la Decanatura Cultural de la Universidad Externado de Colombia y la ONG SINESTESIA, realizaron una jornada de acercamiento con los exguerrilleros de este campamento para escucharlos contar sus historias de vida, conocer sus expectativas en la reintegración a la vida civil y organizar a futuro con ellos actividades culturales, de formación y capacitación en derechos humanos y resolución de conflictos, temas de los cuales se ocupa SINESTESIA.

La Decanatura Cultural llevó como obsequio 270 poemarios de la Colección Un libro por centavos y 270 Cuadernos Culturales n.° 4 El hombre que sembraba árboles para cada uno de los desmovilizados, con el objetivo de sensibilizarlos con la poesía y verlos cambiar balas por poemas, sugerirles remplazar cada una de las minas antipersona por semillas, sembrar árboles y ver crecer bosques que alberguen animales, plantas y donde las corrientes de agua natural vuelvan a fluir. Para ello, se les propuso imitar al campesino de la historia El hombre que sembraba árboles, quien sin importar la procedencia de la tierra donde vivía sembró durante 45 años, hasta el día de su muerte, 100 semillas diarias y, vio surgir un bosque con una enorme biodiversidad en plantas y animales.

Por su parte, el grupo de jóvenes de SINESTESIA se encargó de entregar artículos para madres gestantes y bebés del campamento, material recolectado durante un baby shower por la reconciliación, organizado meses atrás.  Esta actividad se realizó, pensando en el «boom del amor», que se presentó durante la implementación del acuerdo de paz y en la desmovilización a las Zonas Transitorias y que se espera siga en aumento.  Hasta el momento se conoce la existencia de más de 300 guerrilleras embarazadas y otras con más de 100 hijos. Estas mujeres satisfechas y felices comentan “que en la guerra no se podía tener hijos y ahora sí se puede”. Pablo Catatumbo, comandante del Bloque Occidental de las FARC y miembro del equipo de la guerrilla que negoció la paz en La Habana, dice:

«Sí creo que se va a presentar un boom, pero es un boom de la paz, es un boom del amor; y bienvenidos los niños de la paz».

Para llegar al campamento Antonio Nariño, en la vereda La Fila, del municipio de Icononzo, se debe recorrer desde el casco urbano un trayecto de media hora en carro y cuarenta minutos a pie, trepando una colina. A unos cien metros cuesta arriba de una carretera destapada se divisa un terreno de unas tres hectáreas, donde los guerrilleros levantan improvisados cambuches o habitaciones individuales, con troncos de árboles y cubiertos con lonas verdes y plásticos para aislar el viento y la lluvia. Viven en condiciones precarias, pero felices y sin el sosiego de los enfrentamientos vividos durante décadas de una guerra sin sentido. Icononzo y sus habitantes son testigos del final de esta confrontación armada y ven cómo los exguerrilleros arman sus viviendas con la esperanza de poder vivir como ciudadanos colombianos, en paz, criar a sus hijos, leer poesía y no tener que regresar jamás a la insurgencia.