Javier Uribe, 24 años formando a los(as) guardianes del patrimonio cultural
Dos docentes reunidos alrededor de un tintico no parece ser una escena particularmente excepcional. De hecho, tomar tinto ha sido por muchos años un hábito bien incorporado entre nosotros los profesores, por su capacidad de procurarnos lugares de encuentro entre las pausas de nuestras actividades académicas para la reflexión en torno a la educación y, muy a menudo, también sobre la vida misma. Algo diferente, sin embargo, es cuando el motivo que convoca es un tintico con un colega como Javier Uribe; se percibe una experiencia distinta.