Urge actuar con celeridad para neutralizar a las más violentas asesinas de Bogotá

En Bogotá, agresivas asesinas acechan en los espacios vitales de más de 13 millones de habitantes. Son las partículas suspendidas en el aire, que van directo a su sistema respiratorio.

Si se aplican con urgencia medidas ya definidas, con base en diagnósticos realizados, se podrían evitar 22 mil muertes, 380 mil hospitalizaciones y 45 mil ingresos a urgencias, cuidados intensivos o similares entre 2010 y 2020.

Sin embargo, se ha descubierto que la lentitud con que se aplican los programas y errores cometidos en su implementación, como haber permitido a vehículos antiguos hacer parte del SITP, no garantizan resultados aceptables. De continuar este ritmo, se va a perder la oportunidad de atacar un problema en el que, literalmente, nos va la vida.

La advertencia la hacen los investigadores, expertos en calidad del aire, de la Universidad Nacional de Colombia, Néstor Rojas, Rodrigo Jiménez, Luis Carlos Belalcázar, en su artículo “Retos de Bogotá en calidad del aire y mitigación del cambio climático”, uno de los capítulos del libro “Cambio Climático. Lecciones de y para las ciudades de América latina”, publicado por la Universidad Externado de Colombia y editado por la investigadora Sylvie Nail.

Los autores citan los datos de la Red de monitoreo de la calidad del aire de la Secretaría de Ambiente de Bogotá, que conducen a concluir que el principal contaminante del aire de la ciudad es el “material particulado”, esto es, cualquier material en forma de partícula que pueda permanecer suspendido en el aire durante más de una hora. “El material particulado es el contaminante más preocupante de Bogotá, porque sobrepasa con frecuencia los niveles máximos permisibles establecidos en la normatividad colombiana”. Según la misma fuente, estos materiales exceden los niveles permitidos, en promedio durante ocho días al mes.

Además, de acuerdo con este estudio, los promedios de emisiones de partículas sobrepasan los lineamientos de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud. El material particulado de mayor tamaño, PM 10 (menor a 10 micras) ingresa con el aire en la respiración y puede llegar hasta las vías respiratorias inferiores. Las partículas más finas, correspondientes al PM 2,5 (menores a 2,5 micras de longitud), pueden tener una altísima penetración, interactuar con los alvéolos y entrar al sistema circulatorio.

“Los estudios epidemiológicos han mostrado que existe una relación directa entre la concentración de PM10 y los indicadores de efectos en la salud de la población, tales como la mortalidad por todas las causas, la mortalidad asociada a enfermedades respiratorias y cardiovasculares, los ingresos a los hospitales por síntomas de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y los casos reportados de exacerbación de síntomas de asma, entre muchos otros.

Para el PM2.5, las relaciones epidemiológicas son de mayor magnitud. Por su parte, los estudios toxicológicos han demostrado que las partículas ultrafinas generan reacciones de irritación e inflamación al interactuar con las células y los tejidos alveolares, independientemente de su composición química (U.S. epa National Center for Environmental Assessment, 2004)… Se han demostrado efectos agudos y crónicos del material particulado, y la OMS ha manifestado que el humo emitido por los motores diésel es cancerígeno”, señala el documento.

¿De dónde proviene el material particulado? Según este artículo, los responsables de la emisión de estos materiales son las emisiones de los motores diesel, las de las industrias, más o menos informales, que carecen de controles en esta materia y la re-suspensión de polvo de las vías de la capital.  Es relevante el aporte de las fábricas de cerámicas y ladrillos, así como los negocios que utilizan hogueras o fogones de carbón, como los asaderos.

Consciente de todo ello, la Alcaldía Mayor adoptó el Decreto 98 de 2011, Plan Decenal de Descontaminación del Aire de Bogotá (PDDAB), cuyo objetivo es alcanzar una reducción del 60 % de las emisiones de material particulado, entre 2010 y 2020, con respecto a las emisiones del 2008, sin aumentar los niveles de otros contaminantes.

No obstante conocer el problema y contar con fórmulas de solución, lo que revelan los autores de este artículo es que “la implementación del plan ha sido mucho más lenta que lo que se había proyectado. En primer lugar, la transformación del transporte, de un esquema de afiliación de buses a un esquema empresarial integrado y controlado por el Distrito (sitp), aún no ha terminado y se permitió que buses que formaban parte del esquema de afiliación pasaran a ser parte del sitp sin reducir sustancialmente sus emisiones. Se perdió así la oportunidad de renovar de manera rápida y efectiva la flota de buses de servicio público. En segundo lugar, un buen número de buses de la primera fase de TransMilenio… que cumplieron su periodo de vida útil de 10 años al inicio de la implementación del pddab, aún continúan en circulación y no han sido reemplazados por buses nuevos en las troncales de dicha fase… En tercer lugar, se ha iniciado un proyecto piloto de instalación de filtros de partículas para los buses de TransMilenio y del sitp, con el apoyo técnico de la Agencia Suiza de Cooperación para el Desarrollo y de la Universidad Nacional de Colombia, pero se han encontrado grandes dificultades para persuadir a las empresas operadoras de los buses de ser parte del piloto e implementar los cambios requeridos”.

Solo hay que observar la estimación de los beneficios que traería reducir gradualmente la contaminación del aire por material particulado, de manera que se cumpla la norma colombiana de concentración promedio en toda la ciudad, entre 2010 y 2020, para entender la importancia del tema:

En efecto, según el estudio, “En dicho periodo, podrían evitarse 21.000 muertes para mayores de 30 años y 900 muertes en menores de 1 año por exposición a largo plazo. Para menores de 5 años, podrían evitarse 12.000 hospitalizaciones por causas respiratorias, 3800 atenciones en salas de urgencias, 34.000 visitas a salas era y 2500 visitas a las unidades de cuidados intensivos. Para mayores de 5 años, se evitarían alrededor de 44.000 hospitalizaciones por causas respiratorias, 350 hospitalizaciones por causas cardiovasculares (en mayores de 65 años), y 5000 atenciones en las salas de urgencias en todo el periodo.

Los beneficios económicos fueron valorados en cerca de 180.000 millones de pesos por reducción en enfermedad y más de 21 billones de pesos por reducción en mortalidad. Las localidades con mayores beneficios serían Kennedy y Bosa, sectores con alta densidad de población y con la más alta contaminación del aire actualmente en la ciudad”.

Bogotá y el cambio climático    

En cuanto a la producción de gases efecto invernadero, el impacto de Bogotá a la situación global es insignificante, según lo establecen los autores. Sin embargo, esto no significa que la ciudad deba desentenderse del problema, entre otras razones porque los sistemas de medición están lejos de presentar un panorama completo que incluya, por ejemplo, el impacto de basureros, plantas de energía térmica e industrias localizadas en sectores rurales, que deben ser consideradas como parte de la contaminación generada por las ciudades.

Las emisiones directas de Bogotá equivalen al 6,94 % de las emisiones estimadas para Colombia y apenas al 0,027 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Pero por supuesto eso puede cambiar de mantenerse el modelo de crecimiento que implica ciertas prácticas muy contaminantes de generación de energía y consumo de bienes y servicios, reafirman los investigadores, al poner de presente cómo más allá de las necesarias medidas de corto plazo, se requiere la promoción de una nueva cultura que nos lleve a morigerar el consumismo y a adquirir una conciencia sobre el factor ambiental para el futuro de la humanidad.

Según la última estimación de generación de estos gases de efecto invernadero (2012), el 89 % de las emisiones de dióxido de carbono, el principal de ellos, así como más del 95 % de las emisiones de monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y óxido de azufre, y el 71 % de los compuestos orgánicos volátiles, están asociados a las fuentes móviles (léase trasporte). Cita el documento datos oficiales según los cuales el 72 % del dióxido de carbono, es emitido por vehículos de uso particular, camperos/camionetas y taxis; el 14 %, por motocicletas; el 8 %, por el transporte público, y el 6 % restante, por camiones.

En el caso del monóxido de carbono, el 52 % es emitido por vehículos de uso particular, camperos/camionetas y taxis; las motocicletas resultan ser una fuente muy relevante con un 37 %; los camiones emiten el 6 % y el transporte público emite el 5 % restante, con el 85 % de la emisión, seguidos por las motos (6 %), el transporte público (6 %) y los camiones (3 %).

Recomendaciones

Para comenzar, a pesar de las diferencias en cuanto a la magnitud de sus impactos, los investigadores revelan vínculos entre los problemas de la contaminación del aire y los que tienen que ver con el cambio climático y por ello sugieren la consideración de los dos procesos en conjunto.

De igual forma, hacen recomendaciones en relación con políticas de manejo de desechos, eficiencia energética -por ejemplo, el aprovechamiento de las aguas residuales en la generación de energía- controles severos sobre las emisiones industriales y aplicación de tecnologías innovadoras en los procesos de limpieza de la ciudad, entre otros.

Con respecto al sector transporte, recomiendan: conservar o aumentar el porcentaje de viajes en transporte público y evitar el aumento en vehículo particular. Esto requiere retomar el mejoramiento del TransMilenio y del sitp; acelerar la implementación de las etapas restantes de TransMilenio y la primera línea del metro; acelerar el diseño, la construcción y la demarcación de ciclorrutas y ciclo-carriles; mejorar los sistemas de control de tráfico; reforzar el esquema de revisión técnico-mecánica y de gases; diseñar e implementar un sistema moderno de control de estacionamiento de vehículos y, no menos importante, reestablecer las campañas de cultura ciudadana relacionadas con mejores comportamientos.

Finalmente, los autores del trabajo señalan que “Estas medidas son consistentes con la construcción de una ciudad sostenible, pero solo serán efectivas si las instituciones se fortalecen técnica y administrativamente para liderar los cambios requeridos en todos los sectores de la economía y, en últimas, de todos los ciudadanos”.