El Externado de Colombia pierde uno de sus grandes maestros

A la edad de 101 años, el 17 de mayo, dejó de existir en Bogotá el maestro Carlos Restrepo Piedrahita, estudioso y sabio del Derecho Constitucional, formador de generaciones, servidor público, luchador de la libertad.

La Universidad se inclina con respeto y admiración ante la figura del profesor Restrepo, maestro de centenares de jóvenes quienes, gracias a su influencia, optaron por el estudio del Derecho Público, Constitucional y del Estado, entendidos por él como las ciencias para crear marcos de convivencia, civilidad, igualdad.

Nacido en un hogar campesino de Caldas, Restrepo Piedrahita conoció desde muy joven el significado de la intolerancia, aplicada contra su propia persona por razones políticas; se exilió, fue periodista, maestro de escuela y, desde muy temprano, se dejó tentar por la política, a la vera de las grandes figuras del partido liberal. Fue parlamentario y representó al país con altura, como Embajador en Alemania, en Italia y ante la ONU.

Investigador por vocación del Derecho Constitucional comparado y de la Historia constitucional colombiana, en la que se sumergió encantado, para mantenerse en sus profundidades por lustros. De esta manera surgió una abultada bibliografía que ha consultado y sigue consultando todo aquel que quiera llamarse constitucionalista en nuestro país. La sabiduría del profesor Restrepo le fue suficiente para ser artífice —ciertamente tras bambalinas— de decisivos cambios constitucionales de los últimos tiempos en nuestro país, especialmente de la reforma constitucional de 1968 y de la nueva Constitución de 1991, en cuyas gestaciones y nacimientos tuvo gran participación, reconocida en su momento.

Delicados problemas de salud, como la pérdida progresiva de la visión, no le impidieron continuar con sus proyectos académicos. Logró que sus médicos adaptaran para él aparatos que le permitían leer sus viejos documentos y, echando mano de su fortaleza, evitó a toda costa que se le considerara un minusválido. Erguido, valiéndose de su bastón, se las arreglaba para recorrer a diario, caminando, la distancia de muchas calles, entre la Universidad y su residencia, sin aceptar ayuda de nadie.

En 1993, estando en la cima de su carrera académica, decidió donarle a su Universidad su biblioteca, un acervo riquísimo de miles de volúmenes de Derecho constitucional, historia, política y literatura en varios idiomas —que Restrepo dominaba con suficiencia— y le agregó al regalo sus colecciones de discos de música clásica, de objetos de decoración recolectados en sus viajes y de obras de arte. Todo ello permanece reunido, al servicio de la comunidad universitaria, en el Instituto de Estudios Constitucionales Carlos Restrepo Piedrahita que, desde entonces, funciona en una casa especialmente adaptada para ello, como centro de investigación de primera línea en el corazón del barrio de La Candelaria.

Quienes trabajaron a sus órdenes cuando se desempeñó como rector encargado del Externado, entre 1989 y 1991, supieron de su rigor, de su exigencia y de su amor por esta Casa de Estudios. Quienes fueron sus alumnos también lo supieron, pero al mismo tiempo pudieron conocer a un patrocinador de jóvenes “con madera”, que pudieron acceder, gracias sus gestiones y a las de la Universidad, a becas, intercambios internacionales o viajes académicos, que cambiaron para siempre sus vidas.

Decimos adiós al elegante hombre del corbatín,  con su figura y su vida rectas, escalador de cerros, jardinero por afición, melómano, viajero, sibarita, ateo, externadista hasta la más profunda de sus fibras. Buen viaje, maestro.

A sus hijos Boris Restrepo Mariño, Alexei Restrepo Ordóñez y Mario Restrepo Ordóñez ,  a su hermana Carola Restrepo,  a sus nietos y bisnietos, expresamos nuestra solidaridad y compañía.