¿Emerge un nuevo populismo en Latinoamérica?

En las Jornadas de Derecho Constitucional, alrededor de la situación social y política en Colombia, Ecuador y Venezuela, se analizó el populismo nacionalista, que, de democrático no tiene más que la fachada, y que dista mucho de representar un Estado Social de Derecho.

Durante una maratónica jornada, más de diez investigadores latinoamericanos se dieron cita en la Universidad Externado de Colombia, sede de las “VIII Jornadas colombo-venezolanas y I Jornadas grancolombianas de justicia constitucional”, escenario de reflexión sobre los principales problemas a los que se enfrenta el Estado Social de Derecho en la antigua Gran Colombia.

El encuentro, que contó con el apoyo del programa Estado de Derecho para Latinoamérica de la Fundación Konrad Adenauer, discutió además sobre la tendencia populista que se toma el mundo, haciendo que las masas se sientan representadas por discursos en los que la indignación colectiva es lo que importa.

Dicha figura, que parece resurgir en el mundo a través de posturas de extrema derecha, pone en crisis la democracia liberal pues, para José Fernando Flórez, abogado constitucionalista del Externado, el populismo se disfraza de democracia, cuando antepone la voluntad de las mayorías, para aplastar las minorías.

Donald Trump, el Brexit y el triunfo del No en el plebiscito de Colombia, son algunos ejemplos recientes de cómo apelar al miedo, al racismo y la xenofobia, se convierte en estrategia para hacer política, pero ¿realmente es un ‘nuevo’ populismo?

Flórez asegura que dichos discursos de derecha se renuevan, muchas veces sobre las verdades a medias y mentiras que pululan en redes sociales y también por la instrumentalización política de los temores de la ciudadanía.

Por el contrario, Leonardo Sempértegui, docente invitado de Ecuador, considera que todo fenómeno económico tiene origen político, por lo que el miedo de algunos colombianos por el ‘castrochavismo’, de los norteamericanos hacia los musulmanes, o de europeos frente a los inmigrantes, no es muy distinto al ‘viejo’ populismo de discursos nacionalistas.

En el caso particular de Ecuador, mencionó los pasos del discurso populista para llegar a poder, bajo la apariencia de una democracia liberal.

“En campaña critican las élites, pero generalmente también pertenecen a ellas. Luego viene un proceso de formalizar la democracia, pues al populismo le interesa que los ciudadanos lo avalen en las urnas. Una vez elegido, el debate y la protesta social son eliminados y perseguidos jurídicamente”, manifestó.

Estos síntomas, asegura el experto, generalmente vienen acompañados de la concentración del poder en un solo partido y sus aliados, que se adjudican la calidad de ser el único representante del pueblo, y permanecen en el poder por medios ilegítimos.

“Por eso el voto no hace a la democracia sino el cumplimiento del poder público, en el marco de un Estado Social de Derecho”, dijo el investigador y agregó que, ante el panorama actual, los políticos deben hablar claro, así defiendan ideas poco populares.

¿Y Venezuela?

Ante la crisis en el vecino país, que ya deja más de 30 muertos y supera los 400 heridos en manifestaciones continuas, Luis Salamanca, politólogo y abogado venezolano, explicó que actualmente se enfrenta un Estado que se ha convertido en autoritario “cuasi dictatorial y una sociedad democrática que no conoce una manera diferente a la vía electoral”.

Por tanto, manifestó que la salida es buscar una transición política descartando acciones militares que llevarían a un cambio abrupto y polarizado, cuando la voluntad de los venezolanos es que se recupere la democracia.

“La crisis institucional se resuelve con respuestas institucionales que re-democraticen al país y restituyan los derechos políticos del pueblo, no con la violación grave del orden constitucional”, advirtió el analista.

En ese sentido, los panelistas de Colombia, Ecuador y Venezuela, concluyeron que, desde el punto de vista estrictamente normativo, existe una apariencia de Estado de Derecho en estos tres países; sin embargo, desde la perspectiva práctica, existe una gran brecha para alcanzar algo que se denomina Estado de Derecho profundo.