Antonio José Cancino Moreno
13 de julio de 1940 – 27 de septiembre de 2017

Desde aquellos lejanos años 60, cuando el estudiante Antonio Cancino cursaba su carrera de Derecho en la vieja sede del barrio Santafé él ya practicaba el talante externadista y aprovechaba el ámbito libre que le ofrecía la Facultad de Derecho, para controvertir, contradecir, poner en juego ideas, cuántas veces audaces, con una inteligencia y una facilidad de expresión que siempre se le envidió. Naturalmente, ese liderazgo y esa personalidad sobresaliente, lo llevaron a ocupar lugares destacados en los órganos de representación estudiantil.

Cursó en el Externado la especialización en Ciencias Penales y Criminológicas; en la Universidad de Nueva York, Introducción al sistema legal norteamericano; en la Universidad de Harvard, cursos de Derecho Penal, Procedimiento y Siquiatría forense; en la Universidad San Pablo de Madrid, cursos de Derecho Penal Económico y en la Complutense de Madrid el Doctorado en Derecho, donde obtuvo la calificación Sobresaliente cum laude.

Sensible a los avatares del país, que él reconocía como inequidades e injusticias, siempre promovió con sinceridad reformas sociales de avanzada. En el servicio público, llegó a Magistrado del Tribunal Superior de Bogotá e hizo parte de la Comisión Especial Legislativa, durante el proceso de expedición de la Constitución de 1991.

Muy pronto surgió el abogado penalista, papel en que se dio a conocer y respetar ampliamente en Colombia. Sus alegatos judiciales, sus defensas, sus argumentaciones vehementes, propias de un estilo particular, eran reproducidas por los medios de comunicación y comentadas en los círculos de poder y de opinión.

En la cátedra, otras de sus vocaciones, supo deleitar a sus alumnos, con sus clases que muchos recuerdan como absolutamente seductoras, por su poder de concentrar la atención: anécdotas, apuntes, ejemplos, opiniones controvertidas y mucho estudio y conocimiento, eran los insumos del profesor Cancino, que ejerció como docente en el Externado, en el Rosario y en varias universidades españolas.

Su energía y vitalidad le alcanzaron para ser un prolífico autor de Derecho Penal en textos en los que incluyó brillantes disertaciones, propuso reformas, y expuso posiciones, siempre verticales. Realizó trabajos intelectuales tan salidos de lo común como “El Derecho penal en la obra de García Márquez” y “Deporte y delito”.

Y si la brillantez fue una constante de su vida, también lo fue el sufrimiento. Víctima de un atentado que por poco le cuesta la vida, hubo de exiliarse en España donde, medianamente recuperado, se concentró en adelantar y terminar con lujo de detalles su doctorado.

Pronto habría de sufrir nuevos y graves golpes en su salud que redujeron paulatina y rápidamente sus energías y su vitalidad y que lo confinaron al encierro y la quietud a lo largo de muchos años.

El destino puso hoy el punto final a esta travesía, realizada con pena y con gloria. Su compañera de viaje, Emilssen González Amado, devuelve la película del tiempo y recuerda el día en que él la invitó a hacer juntos este recorrido cuando ambos ocupaban un pupitre en el viejo Externado de la calle 24 con carrerea 16 y sabe que nunca dejará de extrañarlo.

Paz en la tumba del doctor Cancino y consuelo para la doctora Emilssen y sus hijos, Gabriel, Iván y Andrés, sus familias y sus nietos Santiago, Alicia y Juliana.